Primer texto. Raquel Torres-Arzola.


La biología y lo inoportuno según Natasha Bjerq.




Para la década del 1970 el movimiento feminista debatió intensamente la maternidad como un deber universal intrínseco a la realidad biológica de la mujer. Los argumentos de algunas feministas giraban en torno a la humanidad como una identidad y valor que precede la identidad de género predeterminada por la naturaleza. Algunas, como Simone de Beauvoir apuntaron directamente al cuerpo como una “estructura orgánica” capaz de limitar la libertad de acción y de creación de las mujeres en honor a la “perpetuación de las especies”(1) .

Para el mismo período, el mundo del arte se transformó en una trinchera reclamada y apropiada por muchas mujeres con el deseo de discutir sus asuntos y realidades públicas y privadas. En el 1979 Mary Kelley presentó su pieza Post-Partum Document, un trabajo de arte que representó un hito dentro del arte feminista. Basado en la teoría lacaniana sobre las diferencias sexuales, Kelley utilizó los pañales sucios de su hijo como elementos visuales que trazaban una línea conflictiva capaz de describir la relación entre la madre y su hijo, la creadora y su obra de arte como una labor dinámica impregnada de continuidades y discontinuidades.(2)

Aunque el feminismo en el arte ha sufrido importantes cuestionamientos teóricos, la presencia de las mujeres en el proceso creativo no ha menguado. Y a pesar de que su pertinencia es motivo de arduos debates, el arte sigue siendo un espacio amplio de propuestas, exposición y discusión para aquellos temas fundamentales concernientes a las mujeres. Un claro ejemplo es la serie fotográfica “Lo inoportuno” de Natascha Bjerq.



Natascha Bjorg. De la serie Lo inoportuno.

















En la fotografía seleccionada, yacen sobre una cama dos cuerpos semi-desnudos cubiertos sólo en el área genital por ropa interior y pañales blancos, acostados boca-arriba, en posiciones similares. La mujer, con las piernas abiertas, sangra profusamente a través del área vaginal mientras descansa al lado del cuerpo de un infante. Ambos cuerpos se relacionan uno con el otro gracias la narrativa íntima, doméstica y maternal que impregna la imagen. Sin embargo, los márgenes de la composición fragmentan ambos cuerpos y sacan los rostros fuera del texto visual. Así, tanto las identidades como la posible relación entre ambos queda para la interpretación del espectador, quien se relaciona con la imagen desde el asombro y la incertidumbre.
Esta presentación fragmentada de ambos cuerpos deja entrever la interrumpida construcción o continuación de una posible identidad desde un cuestionamiento existencialista. La deconstrucción de un “yo” ante una experiencia de vida intensa. La  ruptura, el desdoblamiento, la pérdida de la identidad de la mujer como un ente autónomo ante la maternidad, y la maternidad misma como una experiencia que bien pudiera resultar inoportuna e imponente, pero tan real como su biológica naturalidad. La fragmentación del cuerpo del infante deja entrever una identidad en desarrollo, un rostro, un género en construcción. Sin embargo, la fragmentación del cuerpo de la madre es mucho más intensa dentro de la metáfora que se construye.
La ausencia del rostro, los brazos y una de las piernas, junto a la ausencia de ambos pies y ambas manos generan una metáfora visual desgarradora a través de la cual el cuerpo de esta mujer, y por consecuencia su autonomía, está determinado por el área vaginal, el sangrado y sus repercusiones. Las piernas abiertas de la madre, en un gesto íntimo y delicado pero sólido en su intención, permiten al espectador entrar en contacto visual con la zona erógena como un referente directo de la experiencia sexual que, al revelar el sangrado, exponen, declaran y discuten los intensos conflictos que el cuerpo femenino provoca.
Por su parte, el color rojo domina tanto la imagen como su lectura. La sangre como punto focal inyecta en la experiencia del espectador conflictos de representación entre lo literal y lo simbólico, provocándole una amalgama de sentimientos donde confluyen de manera conflictiva la violencia, la pasión y el sacrificio.
Esta imagen de Natascha Bjerq confirma que el arte, aún hoy, funge como una plataforma donde los asuntos en torno a las mujeres y sus realidades se exponen y se problematizan mas allá de la experiencia estética.

Raquel Torres-Arzola


[1] Maud, Jacquin,  Motherhood across the Iron Curtain: on Zofia Kulik and Mary Kelly,
Courtauld Institute of Art,[http://www.kulikzofia.pl/english/ok3/ok3_maud_eng.html], 27 de Julio de 2012.
[2] Phelan, Peggy, Survey in Reckit, Helena, Art and feminism, Phaidon (New York, 2012), 22.

7 comentarios:

  1. Gracias Raquel,
    Tu texto está impecablemente redactado. Es claro y preciso y muy centrado en tu argumento principal, que es la relación de la obra de Natascha Bjerg con algunos precedentes creados desde el feminismo.
    Me intriga la frase con que cierras el artículo: "Esta imagen de Natascha Bjerq confirma que el arte, aún hoy, funge como una plataforma donde los asuntos en torno a las mujeres y sus realidades se exponen y se problematizan mas allá de la experiencia estética." No estoy muy seguro de si con ese "más allá" te refieres a una autonomía del discurso respecto a la experiencia estética. Pero, de ser así, me pregunto si verdaderamente la obra de Natascha confirmaría ese planteamiento de la manera en que lo confirma una obra como la de Mary Kelly, por ejemplo. Al contrario de Kelly, creo que Natascha está tratando de mantener el funcionamiento de su obra dentro del rango de una experiencia estética limitada por el lenguaje fotográfico y sin aspirar (al menos por el momento) a producir una discursividad que se salga de esos límites. Lo resumo así: la obra de Natascha Bjerg no me parece de momento una obra "política".
    En ese sentido lo interesante es reparar en que probablemente esa discursividad se va a generar con más intencionalidad desde la crítica y no desde el trabajo de la artista. En estas tres semanas de trabajo ustedes han dicho sobre esa obra mucho más de lo que pretendía decir la autora. Mi duda ahora es:¿En casos como este, será el discurso crítico el que empuja a la obra hacia un espacio "más allá" de la experiencia estética?
    Me parece muy acertada la comparación con la obra de Mary Kelly. Me alegra que el último texto que leo ya se plantea de manera más abierta una lectura de la obra de Natascha desde los referentes que aporta el feminismo y el conceptualismo. No quiere esto decir que Natascha Bjerg sea feminista o conceptualista,y ese pudiera ser otro punto a discutir desde el texto crítico. Pero es un buen aporte este proceso de contextualización de la obra. Tratándose de una artista joven, a ella misma puede serle muy útil esta información que da la crítica. Si en la estructura del discurso crítico estamos estudiando básicamente las correlaciones entre descripción, interpretación, narrativa y juicio, no debemos pasar por alto este momento de la contextualización, que generalmente se da a través de asociaciones y comparaciones, propiciando una ubicación de la obra en relación con una historicidad que incluye aspectos estilísticos y, sobre todo, ideológicos. Las siguientes preguntas de la crítica ahora deberían ser: ¿Dónde se ubica la obra de Natascha Bjerg respecto al feminismo?¿Dónde se ubica respecto al conceptualismo?¿Dónde se ubica, en tanto fotógrafa, respecto a la performance y el instalacionismo, por ejemplo?¿Dónde se ubica respecto a la maternidad, ya no como hecho social y biológico, sino como relato artístico?
    Respecto a este último punto, vale la pena tener en cuenta otros antecedentes importantes en la fotografía moderna y contemporánea.
    Encontré en internet este artículo, que menciona algunos de esos antecedentes: http://rebecapardo.wordpress.com/2012/05/06/la-maternidad-en-el-arte-visiones-renovadas-tras-el-post-partum-document/

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    1. Hola a todos,

      En cuanto a las preguntas que hace Juan Antonio quisiera responder a la primera. No creo que las imágenes de Natascha sean feministas, yo diría que son personales. Como lo dije en mi texto, dudo que el tema central sea la maternidad pero lo usa para colocarse en el centro del dialogo. A mi parecer, la manera en la que aborda el tema es muy humana, en otras palabras, no hay una voz de género, es un trabajo muy neutro. Me atrevo a decir que Natascha se busca dentro del papel de madre. ¿Dónde se ubica respecto a la maternidad? En las imágenes de Natascha no hay una expresión de felicidad como en las Diane Arbus o las de Ana Alvarez-Errecalde, que son citadas en el artículo que mencionó Juan Antonio, hay demasiada distancia entre madre e hijo.

      Saludos

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  2. Juan, gracias por responder. Tu reacción al ensayo me parece estupenda. Y si, me parece muy acertada tu pregunta en torno a la obra de Natasha y cómo se ubica históricamente dentro del feminismo, más aún cuando el referente que utilizo es la obra de Kelly. Debí incluir en el texto obra más reciente, como en el ensayo que citas, para contextualizar la pieza que se discute dentro de la evolución de esos feminismos porque evidentemente son momentos históricos distintos así como apropiaciones distintas de lo que es una obra de arte y acercamientos femeninos distintos también.
    Pero entonces entran a discusión límites de tiempo y espacio… límites que sólo dejan de existir en planos ideales.

    Yo creo Juan que la obra tiene cierta autonomía con respecto a su creador y, aunque Natasha no se conciba a ella misma como feminista, [detalle que sólo puedo concluir entrevistándola] su obra puede posicionarse dentro de esos discursos. El feminismo ha evolucionado y diversificado enormemente. Los planteamientos de las mujeres ya no son los mismos, mucho menos sus acercamientos al arte porque el arte mismo ha evolucionado. Dentro de la obra de Natasha hay reflejada una lucha que se da desde la psiquis en torno a las identidades creadas, las identidades impuestas y las deseadas que muy bien es un tema que trasciende la discusión de lo privado - antes relacionado con el espacio doméstico - y trae un tema más difícil aún al espacio público: la psiquis, las subjetividad. En ese sentido, la obra de Natasha me parece instintivamente y subjetivamente política aunque su planteamiento parezca ser sutil. Natasha aparenta hablar en voz baja. Esta pieza está muy relacionada al discurso feminista pero desde lo contemporáneo. El mismo performance que mencionas, el deseo de hablar en torno a la maternidad, aunque ya se ha planteado antes, Natasha lo apropia y lo discute desde su perspectiva muy subjetiva y es ahí donde está la aportación.
    Que la crítica es la que genera esa discursividad?
    Sí.
    Por eso entiendo que el ejercicio de la crítica no ha muerto, al contrario,
    se hace más pertinente que nunca.

    Ahora bien, cuando indicas que: “Al contrario de Kelly, creo que Natascha está tratando de mantener el funcionamiento de su obra dentro del rango de una experiencia estética limitada por el lenguaje fotográfico y sin aspirar (al menos por el momento) a producir una discursividad que se salga de esos límites.” No te entiendo bien y no me siento muy segura de ello.

    Entiendo que la fotografía no tiene una sola práctica ni un solo lenguaje o discurso y me parece que ella muy bien está utilizando los recursos de la imagen y de cómo se construye para llevar su mensaje.
    Posiblemente Natasha utiliza la fotografía en lo formal, sin extender sus límites pero sin dejar de experimentar en su práctica. Es el contenido de la obra lo se extiende maravillosamente. La metáfora visual es tan amplia que se presta para una gran cantidad de experiencias y lecturas [como se ha visto en el curso] y eso es lo maravilloso de esa pieza. En el caso de Kelly, es lo formal lo que da soporte al discurso. En ese sentido ambas son dos piezas distintas, unidas por el acercamiento polémico e histórico a la maternidad.

    Mis argumentos los expongo con mucho respeto Juan.
    Recibe mis saludos,
    Raquel

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    1. Hola Raquel, entiendo que el sentido de la obra no puede ser controlado por el autor. Una de las cosas sobre las que interroga la crítica es precisamente sobre ese sentido, y lo hace con relativa autonomía respecto a la intención autoral. Por eso a partir de cierto punto (y dado que Natascha Bjerg no es explícita al respecto) se vuelve trivial discutir si ella es feminista o no. Lo importante es que se puede hacer una lectura y un juicio de la obra desde una perspectiva feminista o, al menos, refiriendo al discurso feminista, tal como ha sido elaborado desde la teoría y desde el arte mismo. En ese sentido, la obra de Natascha puede ser discutida desde una posición política (ya lo estamos haciendo), pero eso no es suficiente todavía para que le atribuyamos una intención política.
      Ya sé que es poco recomendable oponer lo psíquico a lo político. Tal vez una de las contribuciones del arte feminista ha sido convertir la subjetividad, el espacio doméstico y el cuerpo en objetos o en contenidos del debate político (recordemos a Bárbara Kruger y a Mharta Rosler, por ejemplo). Sin embargo, en el caso de Natascha Bjerg creo que no es la autora la que está rebasando esa línea sutil, porque, entre otras cosas, está todavía demasiado concentrada en resolver problemas concernientes a la representación. Por eso digo: "creo que Natascha está tratando de mantener el funcionamiento de su obra dentro del rango de una experiencia estética limitada por el lenguaje fotográfico, etc." Lo que quiero decir con eso es que todavía Natascha parece más interesada en elaborar estéticamente su "problema", incluso en representar estéticamente su problema, pero considerando como únicas herramientas las que propone un código fotográfico, en el marco del cual la representación es asumida como algo definitivo y encerrado en el objeto fotográfico. En un ensayo de 2009 yo decía al respecto: "Recientemente, al retomar ese concepto de representación, lo he relacionado con la tendencia, todavía predominante, a considerar la foto como objeto definitivo y a considerar la representación exclusivamente como un momento técnico en la construcción del ícono(...) Una alternativa, hasta ahora no explorada del todo, es la de involucrar la práctica fotográfica en una crítica de la representación, al tiempo que se abre a procesos más a tono con la realidad de la cultura visual contemporánea." (http://paginaenblando.blogspot.mx/search/label/Bienal%20de%20fotograf%C3%ADa%20en%20mexico)
      Probablemente cuando dije que la obra de Natascha Bjerg no es política (y acepto que ese planteamiento debe ser matizado) estaba pensando en esa necesidad de una doble ruptura: la que implica enfatizar el carácter discursivo (incluso textual) de la obra, para que su sentido no dependa solamente de la retórica fotográfica, y la que implica hacer una crítica de la representación fotográfica y de su aparente autonomía. Creo que una obra política, o una obra contestataria, desde la fotografía, tiene que derivar más tarde o más temprano hacia una crítica de la representación y hacia una crítica de la representación fotográfica.
      Creo que estamos apenas en la introducción de un debate más amplio. Así que espero por nuevas contribuciones.
      Saludos
      Juan Antonio

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  3. Gracias Juan. Tremenda dinámica. Saludos.

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  4. Sobre “ La biología y lo inoportuno según Natasha Bjerq”. Por Raquel Torres-Arzola

    El texto crítico escrito por Raquel, en general, se muestra así mismo con mucha claridad y seguridad en sus argumentos. En el se utilizan los elementos de énfasis, de una manera eficiente y efectiva, lo cual lo convierte en un texto sumamente persuasivo y de una lectura muy amena.
    A continuación, un análisis detallado de su estructura y los principales recursos estilísticos utilizados:

    INTRODUCCIÓN
    La introducción en este texto, inicia desde el título propuesto por la autora, donde se puede entrever el carácter teórico con el que se desarrollará: la relación de una ciencia con el título de la obra analizada.
    Raquel inicia con un tono narrativo, contextualizando la obra a partir de hechos históricos del movimiento feminista y su relación con la historia del arte. Dicha relación se ve reforzada con la utilización de citas “no textuales”, citadas al pie de página.
    Continuando con la contextualización, Raquel nos presenta como punto de partida el análisis de otra obra de arte que también se refiere a los temas de la obra en cuestión, sin embargo, ella no la compara con Bjerq directamente, sino que,sutilmente nos insinúa sus similitudes temáticas.
    Hasta aquí nos enfrentábamos con una introducción de carácter narrativo, sin embargo, al final de lo que considero como introducción (tercer párrafo), se nos muestra su carácter expositivo, ya que aquí la autora nos expone su punto de vista con respeto al arte y los temas concernientes a las mujeres. Es hasta este momento cuando la autora se refiere a la obra analizada, lo cual me hace pensar que pretende desarrollar su discurso utilizando la obra de Bjerq como punto de partida,para hablarnos de un tema más general: “el feminismo y su relación con el arte”.

    DESARROLLO
    De una manera simple, clara e inteligente, Raquel desarrolla su texto a partir de un diálogo entre la descripción de los elementos formales presentes en la obra de Bjerq y los significados que estos le evocan.
    En este momento del texto, la autora utiliza figuras literarias como la metáfora y el símil, para hablar de su propia lectura de la obra, sin embargo, los utiliza de una forma casi objetiva; audazmente ella emite su propio juicio, gracias a la efectiva argumentación de la existencia de cada elemento estético, lo cuál provoca que el lector se olvide de su subjetividad implícita y se sienta convencido de su veracidad.
    (Esta sensación es similar a la de estar leyendo un libro de ciencia, donde se nos explica el porque de las cosas, y solemos no cuestionar su veracidad)

    CIERRE
    Luego de desarrollar su interpretación ante la obra de Bjerq, la autora cierra su texto confirmando su ideas preliminares, explícitas en la introducción, lo cual me hace pensar que se trata de una cierre circular, pero al mismo tiempo, cerrado, ya que retorna a su hipótesis sobre el arte como un espacio para la discusiones sobre lo femenino.


    Sobre Raquel Torres-Arzola

    A pesar de la cierta objetividad con la que parece escribir Raquel, a partir de sutexto, puedo deducir algunas características generales sobre ella como persona.
    Gracias al enfoque que ella realiza de la obra de Bjerq, sus referencias históricas y artísticas; sospecho que me encuentro con una mujer estrechamente vinculada al ámbito del arte, y que probablemente muestra una inclinación por temas sociales,tales como el feminismo.
    Su forma de escribir y el uso tan eficiente del lenguaje, me lleva a imaginarla como una mujer madura, ordenada y con un gran historial como lectora (tengo la teoría de que entre más lea una persona, mejor es su forma de escribir).

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  5. Caro, muy hermoso y revelador tu análisis. A veces no nos podemos ver, hasta que otros nos miran. Muchas gracias.

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