Primer texto. Florencia Llarrull.


Victor Morales. De la serie Dorado NY. 2010
Notas sobre el anhelo.

“…juego de extrañezas, de pasado y futuro, de memoria y atención…”
Claudio Martyniuk

Las prácticas artísticas actuales se perfilan como organizaciones imaginarias que recorren, de manera transversal, fenómenos cotidianos. El pensamiento artístico contemporáneo funda sus propias situaciones y posibilidades de interacción comunicativa. Sería posible aventurar incluso, que el reto de la sensibilidad contemporánea supone atender a las fortuitas interacciones con posibilidad de suceder en el mundo actual, a dilucidar las nuevas modalidades de relación que perfilan nuevas configuraciones imaginarias.
Las imágenes de Víctor Morales parecerían ya no responder al cuestionamiento de cierta herencia de representación. Por el contrario, habiéndose eventualmente despojado de aquella, la reconocen en uno de sus múltiples vestigios y dejan seducirse por esa inocua instancia de verse caminar cercanos, aún desprovistos de caminos convergentes. Mujeres se avecinan; la voluptuosidad de sus cabelleras se expone. Una cualidad las agrupa: en el lenguaje lírico, el dorado de sus cabellos. Brillantes, rizados, sedosos, con peinados más o menos ambiciosos, todos se reconocen en el imaginario que alguna vez los unió a la figura apolínea. Pobre dios abandonado. Su proyección cercana recuerda y restablece su histórico plano de proximidad, acusando en él cierto desinterés para distinguir la apelación de una nueva mirada; aún no parecería reconocer la especificidad de cierta configuración imaginaria que proyecta su mediación. Dorado NY sugiere reconocernos en la imposibilidad misma a toda relación de distancia, de sinsentido. Lo que separa las miradas se define en la sola posibilidad del tiempo histórico y en su rotunda negación. Sin embargo, es justamente allí, sobre su anhelado sinsentido, donde la imagen finalmente ancla la posibilidad de una relación inadvertida. La distancia sugiere apertura entre los cuerpos; es ella quién los agita. Ciertas palabras de Didi-Huberman acudirían a precisar este anclaje: “Lo que hay que mirar (…) es cómo, en el seno de esta dispersión, los gestos humanos se miran, se confrontan o se contestan mutuamente.” Una indagación sobre la construcción del campo de la subjetividad en el actual horizonte de la cultura global, exige no desatender a la transversalidad de las experiencias desde las cuales la normalización de conductas subjetivas no adquiere estabilidad para el despliegue de estrategias.
El quebrantamiento de los discursos arrastra consigo formas de existencia que insinuaban ser coherentes y justificadas. Una nueva sensibilidad se encamina a dilucidar nuevas instancias de construcción de subjetividades. Dorado NY media entre la mirada testigo del ocaso de los dioses y el eco de los nuevos adoradores ocultos del sol.
Por Florencia Llarrull

1 comentario:

  1. Gracias Florencia. Este es un texto muy bueno. Escrito con mucho cuidado en su forma y su estructura. E insinúa imágenes y conceptos atractivos para el lector común tanto como para el público especializado en arte. Sin embargo, no deja mucho espacio para la descripción (ya podrás corroborarlo cuando hagas tu "mapa" del discurso crítico). Pareces estar más interesada en analizar los conceptos que en discutir la "realidad" material de la obra, cualquiera que sea la manera en que esa realidad haya llegado a ti. En el fondo siento que esa es una de las posibles tendencias del discurso crítico: aceptar y reproducir el aspecto conceptual como una mediación entre la obra y el escritor, pero no como si los conceptos se produjeran desde la obra, sino como si siempre hubieran estado ahí.
    El resultado es una narrativa muy densa. Y ya discutiremos cuánto hay de ficción posible en toda narrativa.
    Con esas combinaciones, tu texto adquiere un tono ensayístico evidente, muy equilibrado entre lo literario y lo teórico.
    Ya seguiremos diseccionándolo en próximos ejercicios.

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