Primer Texto. Gabriela Bonilla.


Víctor Morales
Doradas (NY)


Mientras me decidía sobre cuál de todos  los trabajos debía de hacer este ensayo, me di cuenta que solo uno me carcomía la memoria. Pase días preguntándome sobre estas mujeres, sobre estas cabelleras, estas identidades que se alejaban de mí.

Cada fotografía muestra a una mujer de espaldas en primer plano. La iluminación resalta sus cabellos rubios. Lo poco que se ve de fondo es  irreconocible. Todas las fotografías son instantáneas, en formato de Polaroid.
Victor Morales. De la serie Dorado NY. 2010

El fotógrafo deja al descubierto dentro de mí la necesidad mórbida de curiosidad. Quisiera poder darle vuelta a la fotografía y ver del otro lado el rostro de las mujeres que tanto me cuestiono.  Necesito conocer sus rostros para completar la imagen. Después de muchos intentos, me resigno a la existencia única de sus cabelleras. Pero dentro de mí siempre que vea estas fotografías me preguntaré ¿quiénes son?

El rostro pareciera darnos la identidad. Funciona casi como el nombre propio, si él, sentimos que no estamos completos y sin él sentimos que no conocemos a una persona. Cuando las cosas o las personas se pueden llamar por algo entonces podemos asociarlas a la realidad. De pronto y es por esto que ellas me parecen lejanas, por que no tienen nombre, no tienen rostro, las innombrables, las sin-rostro. 

El fotógrafo logra alejarse y alejarnos del deseo, se separa de fotografiar el objeto deseado para convertirlo en deseo. Logra sacrificar, de alguna manera, su propio instinto para generar dentro del espectador una pulsión.

Pero, ¿que hay de estas cabelleras? ¿Por qué me hipnotizan? Son imposibles. Están llenas de deseo, de aspiraciones. Este color dorado, lleno de vida, en contraste con el fondo en su mayoría azulado. Es como si en un mundo gris, y monótono se abriera un paréntesis de vida, que nos deja por un segundo creer en algo. Me recuerda a la teoría de los 7 mundos y el unicornio, donde el unicornio, gracias a su cuerno es capaz de trasladarse por los 7 mundos, y es por eso que los humanos dicen haber visto a esta criatura, pero nunca logran encontrarla.  El hecho de que sean instantáneas lo hace más emocionante, ya que es capturar en un medio que por si solo reitera la veracidad del momento, a un ser mágico.

Dorado, esta lleno de deseo, el color dorado es el nombre perfecto para este ensayo ya que el dorado es el color de los dioses de lo aspiracional. El momento en el que el deseo se cumple, deja de ser deseo, pero este es un conejo que perseguiremos hasta la eternidad, un deseo prolongado, ya que es incumplible.

Hay una historia que cuenta la construcción de una ciudad gracias a la espalda de una mujer. Un viajero ve a la mujer caminando de espaldas y trata de alcanzarla pero es imposible, él para que la mujer nunca deje de caminar, construye la ciudad. Su curiosidad por saber quién es hace que se construya una civilización. Antes de morir, sin haber logrado alcanzar a la mujer, se da cuenta de que esta mujer no posee rostro, es una mujer que por cualquier parte que se le mire solo tiene espalda.


Así como la historia, este trabajo hace que me construya toda una ciudad para tratar de alcanzar mi anhelo, y me llenará de cuestionamientos no solo sobre su propia existencia, sino también sobre la mía.

1 comentario:

  1. Gracias Gabriela,
    Es muy sugerente esa historia de la ciudad construida gracias a la espalda de una mujer. Lástima que la colocas en un lugar del texto donde pierde relevancia. Creo que es porque, antes de llegar a ese punto, el texto se extiende demasiado y peca de falta de síntesis, incluyendo otra historia (la de los siete unicornios) que no logra atraparme como lector y que no está contada con tanta gracia.
    Me parece un buen recurso tratar de asociar estas fotografías con algunos temas mitológicos, pero eso requiere de un mayor cuidado en la elaboración del relato.
    En general parece que la crítica en este caso está dirigida a crear una mitología alternativa a costa de las fotografías, o a costa, más bien, de una lectura de las fotografías como material literario. Tal vez, antes de caer en la trampa que nos tienden las fotos de Víctor Morales, debamos concentrarnos en descifrar la ideología que está detrás de esas miradas furtivas. Tal vez entonces el deseo adquiera una consistencia menos evanescente o una dimensión menos ahistórica, en el discurso crítico.
    Te señalé algunos deslices en el texto, sobre todo de ortografía.
    Gracias

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